Av. Colón 2034 - Tel/Fax (0223) 4948692 - (223) 4955574 - facebook
Lamadrid 3314 - Tel/Fax (0223) 4953388 - (223) 6105555

Actualidad Inmobiliaria

Los autos congestionaron la ruta 2 hacia la costa. La terminal de micros, repleta. temporada de viajes fugaces y gasoleros

El verano del toco y me voy para que la crisis no se note
Salvo para los fanáticos del rally, Buenos Aires vivió un éxodo hacia las playas. Trucos y estrategias de turistas y comerciantes para que la recesión no arruine el descanso. El fenómeno carpero de Villa Carlos Paz.

Gonzalo Sánchez y Rodolfo Palacios03.01.2009
Una temporada de viajes fugaces entre la costa atlántica y la ciudad o un nuevo cambio para el formato tradicional de vacaciones: los operadores turísticos y la gente en Mar del Plata, Pinamar y el interior del país definen a la temporada 2009 como el verano del touch and go, una modalidad de descanso que no es ajena a la crisis económica global, que le sienta bien a las familias argentinas de clase media y alta y que combina estadías breves, de fin de semana, con cero despilfarro y mucho regateo. Con esa premisa, luego del 31 de diciembre, las rutas nacionales se colmaron de autos, la terminal de micros de Retiro volvió a colapsar y los centros turísticos abrieron sus puertas para recibir visitantes que esta vez llegan decididos a cuidar el mango.

A lo largo de toda la costa atlántica y en centros turísticos como Villa Carlos Paz se asiste a un cambio radical en el estereotipo del turista típico. El veraneante que años atrás aceptaba sin quejas y con cierta sumisión los precios que imponía el mercado fue remplazado ahora por uno que chilla cuando descubre tarifas infladas y patalea con tal de aliviar el costo de las vacaciones. Esto, claro, lo modifica todo. Y los comerciantes, por lo tanto, se ven obligados a ofrecer estímulos para seducir a clientes que van en ojotas con los sentidos afilados como nunca. El primer rubro que lo sintió severamente fue el de los bienes raíces. En Pinamar y Mar del Plata, los operadores inmobiliarios se vieron obligados a bajar los alquileres. Las familias que en otros años alquilaban entre septiembre y octubre, en 2009 esperaron hasta llegar a las ciudades balnearias para pelear el precio de las propiedades a cara de perro.

"De movida –cuenta Jorge Yeza, operador inmobiliario de Pinamar–, te piden que no les cobres comisiones. Después, claro, te discuten el precio." Para la primera quincena de enero, en Pinamar una casa de tres ambientes ronda los cinco o seis mil pesos. Cuatro mil, un departamento de dos ambientes.

Yeza revela otra tendencia del verano: "Acá en Pinamar, además, resurgió un nuevo turismo. El de propietarios. Gente de Buenos Aires que tiene casas para alquilar y, como no las colocó, se vino de vacaciones porque les resulta más barato".

En Mar del Plata, el panorama también tiene sus particularidades. El presidente del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de la ciudad, Miguel Ángel Donsini, explica: "Tenemos un 60% de ocupación de departamentos alquilados. El fin de semana estimamos que llegará al 70%. Todo está más retrasado por la crisis. Muchos turistas que antes alquilaban por dos semanas ahora vienen sólo por una. Los que programaban vacaciones para todo el mes se achicaron a dos semanas".

Pero los que veranean touch and go –salen el jueves a última hora o el viernes temprano, pasan el fin de semana en la playa o las sierras y arrancan el lunes de vuelta hacia Buenos Aires– optan por dormir en hotel. "Más cómodo, te olvidás de la limpieza, más seguro y más barato", dice Patricio García, contador público, mientras toma sol junto a su esposa en una playa de la zona norte de Pinamar, bajo una sombrilla blanca y amarilla, que ofrece sombra a bajo costo: sólo 85 pesos, contra los 200 que sale el día de carpa. Como él, muchos turistas que años anteriores alquilaban carpa ahora se pasaron a la sombrilla.

Cultor del turismo touch and go, el contador Guillermo Rusconi llegó de La Pampa con su esposa y sus tres hijos para pasar una semana de vacaciones en La Feliz. Pese a que su estadía será fugaz, no se priva de darse ningún gusto. "Por día estamos gastando más de 500 pesos. Más que mi mujer en el shopping, el peligro son los chicos: no sólo quieren jugar a los videojuegos, sino que también piden ropa y celular. Por suerte tenemos alojamiento gratuito. Las vacaciones no son como antes. Cada vez se están haciendo más cortas. Nunca estuvieron en duda. Decidimos pasar en la playa menos días, pero sin privaciones. Es mejor eso antes que venir dos semanas y terminar pidiendo limosna en el centro", cuenta Guillermo. Por día paga 160 pesos por una carpa en la playa del sur La Caseta. Allí almuerza con su mujer María Marta y con sus hijos Fabricio, Antonella y Cristian, de 16, 12 y 4 años, respectivamente. "En la playa comemos liviano, 30 pesos por cabeza. En relación con el año pasado, cuando vinimos a Mar del Plata por tres semanas, los precios aumentaron más del 10 por ciento. De La Pampa vinimos en auto. Gasté 300 pesos de nafta. Si todo sale bien, quizás en febrero volvemos otra semana, pero depende lo que gastemos", dice Rusconi.

La ciudad de los lobos marinos continúa siendo la que mejores opciones ofrece tanto para el turismo gasolero como para el ABC 1. Del 21 al 31 de diciembre, recibió 410 mil turistas. La cifra es similar al mismo período de 2008. "Eso es un buen augurio para lo que viene. Los turistas se sorprenden porque encuentran a Mar del Plata mucho más barata que Buenos Aires. Por lo menos un 30 por ciento. El gasto diario por turista aumentó entre un 25% y 30% en relación al año pasado. Las empresas de micros agregaron adicionales, los automóviles están llegando a paso de hombre y los teatros tuvieron una muy buena respuesta del público. Hay hoteles económicos desde 50 pesos por persona", explica el presidente del Ente Municipal de Turismo, Pablo Fernández.

En Mardel, este año se incrementó el llamado turismo gasolero o de "las tres pe": playa, peatonal y pizza. El turista va a las playas populares (algunos llevan la viandita), come en restoranes céntricos por 20 pesos por cabeza, el fin de semana va a un tenedor libre y pasea por la peatonal. Se aloja en hoteles una estrella a 60 pesos por persona.

El turista clase media va a las playas de La Perla y Punta Mogotes. Algunos alquilan carpa por 60 pesos por día o por 2.300 por mes, con estacionamiento incluido. Durante su estadía, va al teatro una o dos veces por semana. Las entradas van de los 60 a los 100 pesos, pero muchos veraneantes optan por comprarlas en cartelera, con descuentos de entre el 30 y el 50 por ciento. Las familias con cuatro integrantes se hospedan en hoteles 3 estrellas (la habitación cuádruple cuesta desde 130 pesos) o pagan alrededor de 1.600 pesos por mes por un departamento de tres ambientes. Para los ABC1, quedan las playas del norte y casas exclusivas a 25 mil pesos el mes.

Las estrategias de los comerciantes para retener al público abundan. En algunos balnearios hay happy hours: se pueden tomar dos tragos pagando uno. El daiquiri de frutilla está diez pesos y el litro de cerveza, 12. Otros ofrecen actividades gratuitas para los chicos, desde recreación en pileta hasta títeres, guardería y clases de spinning. En otros paradores de Punta Mogotes, si el turista alquila carpa por todo enero, le ofrecen un descuento del 50% por una semana de febrero. Para que se quede más tiempo en la playa y consuma, instauraron el after beach: restoranes nocturnos con vista al mar, piletas, yacuzzi y presentación de DJ.

En Pinamar los costos varían. Como almorzar en la playa oscila entre 35 y 50 pesos, muchos veraneantes se van con la vianda de frutas a la arena. Para los jóvenes, la entrada al boliche ronda los 30 pesos. "Hasta las dos y media las chicas entran sin cargo, algo bueno para cuidar el bolsillo en vacaciones –explica Gustavo Palmer, dueño de la disco Ku, templo de reunión de todos los adolescentes en esta parte de la costa–; para los varones hay descuento también hasta las dos y media, tres. El costo de la entrada es 30 pesos y 40 cuando hay un DJ internacional".

Como en Pinamar, quienes alquilan casas, evitan salir a comer afuera, todo se reconvierte. Rosa Boero, directora de Turismo local, explica: "La ciudad ha tenido que adaptarse a las nuevas modalidades que adoptó el turista. Sus vacaciones ya no son gourmet. Antes buscaban calidad en todas sus formas, ahora quieren estar más en familia y gastar menos. Por eso, muchos restoranes ofrecen menúes económicos y promociones para seducir al público". En una pizzería sobre avenida Bunge, la gente paga 38 pesos por una grande de muzzarella con jarra de cerveza; 26 pesos por una milanesa de pollo napolitana con papas fritas y gaseosa; o 34 pesos, más cuatro de cubierto por una cena con entrada, plato principal y postre, sin la bebida. Claro que en sitios de más categoría la cuenta oscila entre 80 y 100 pesos por persona, comiendo lo justo.

La gente, por otro lado, elige aparts, hoteles y departamentos por la sencilla razón de que cuenta con servicios. "Tenemos 90% de ocupación en ese rubro, porque este tipo de alojamiento cuenta con desayuno, ropa de cama y recreación para chicos. Esto la casa no lo tiene. Entonces, es más interesante a la hora de alquilar. La ciudad tiene capacidad para 150 mil personas y estamos en 100 mil, según nuestras estimaciones. Pero varios hoteles han lanzado descuentos del 10% o más para vender las plazas libres que les quedan".

El arranque fue tibio en Pinamar, pero se recalentó a partir de ayer, con el primer día de sol y playas a pleno. Palmer dice que en su boliche bailable la noche de año nuevo hubo 3.400 chicos danzando. "Esto fue muy bueno, es cierto, pero se trató de un 15% menos que el año pasado", admite. A la pregunta de cómo ve el verano, Palmer, viejo lobo de la costa atlántica, responde: "Lo veo bien, pero eso sí: muy de fin de semana, mucho turismo de toco y me voy". Algunos kilómetros más al norte, en el parador UFO Point, reducto fashionista por excelencia, el encargado explica: "Todo está funcionando a la mitad, a un 50% menos que el año pasado".

La funcionaria Boero remata: "Turismo touch and go, sí, pero de fin de semana extendido, miniestadías de cuatro días".

El interior del país, claro, tiene otro color. Más encendido, más folclórico y menos artificial, Córdoba tiene en Villa Carlos Paz al gran centro de veraneo donde desemboca un importante flujo de argentinos del norte del país y del litoral. En la villa también se percibe un turismo bien gasolero, que instala la carpa en alguno de los campings de las sierras o que hace número para dividir gastos y alquilar una cabaña confortable. Las familias con niños pequeños y los jóvenes son los que prefieren estas opciones. En el Camping del Automóvil Club Argentino, acampar cuesta 22 pesos para los adultos, 11 pesos para los niños de entre 6 y 11 años, y seis pesos para los pequeños de 3 a 6 años. El resto lo hacen las ganas de descansar, parar un poco y relajarse sea como sea. Pero eso sí: no a cualquier precio.

Fuente: Critica Digital.com

Actualidad Inmobiliaria

Más Notas

Consultar

Complete el formulario consultando por esta propiedad y le responderemos a la brevedad. Gracias por comunicarse con Sanz & Ordoqui Propiedades.